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miércoles, 2 de julio de 2014

La luz vuelve al Altiplano del Cielo.

Buenas de nuevo. A partir de ahora  volveré a escribir pero aviso que sólo tengo como fuente el Kojiki y no puedo completarlo con el resto de libros como sucedía anteriormente porque ya no puedo sacarlos de la biblioteca hasta que comience de nuevo el curso ya que estarán de vacaciones. No obstante, os dejo con la entrada que sigue en la mitología de japón.

Representación del espejo en "YuGiOh!"
Conocedores de el ocultamiento de Amaterasu, los ocho millones de dioses(1) se reunieron en el río Yasu buscando al hijo de Taka-mi-musubi, Omohi-Kane-no-kami para que ideara algún plan para poder sacar a la diosa del interior de la cueva y poner fin a las tinieblas. Omohi-kane no kami pidió, entre otras cosas, que se elaborara una cuerda sagrada, un Espejo(2) y que se quemara la paletilla de un ciervo y un trozo de corteza de abedul para consultar al oráculo(3). El espejo fue colgado en las ramas medias del arbol sagrado de "Sakaki"(4) y uno de los dioses se escondió detrás de la roca que cubría la entrada donde se escondía Amaterasu. Frente a la entrada de la caverna, junto con el resto de deidades, la diosa Ame-no-uzume-no-mikoto se subió en un cubo que anterior mente había volcado y comenzó a bailar en él.



Estatua de Ame-no-Uzume
Se dejó llevar de tal modo que durante la danza entró en trance cayéndose la parte superior de la túnica dejando a la vista sus pechos y finalmente se le desprendió el resto de la túnica quedándo completamente desnuda. Este hecho hizo que las ocho millones de deidades que se encontraban alrededor comenzaran a reir de tal forma que hicieron temblar el propio altiplano del cielo. Amaterasu, movida por la curiosidad, desplazó la roca dejando un hueco visible por el que pregunto el motivo de las carcajadas de los dioses. La respuesta de uno de ellos fue:

"- Porque hay una diosa más digna que tú. por eso, todos reimos y bailamos."

Seguidamente dos dioses cogieron el espejo y lo colocaron frente a Amaterasu, que embelesada por el reflejo que veía en él, comenzó a abrir la puerta poco a poco. Cuando ya estaba lo suficientemente abierta, la divinidad que se ocultó en la entrada, Ame-no-ta-jikara la cogió de la mano y tiró de ella para sacarla mientras otro dios extendió una cuerda sagrada detrás de ella impidiendo el paso en la caverna seguido de la siguiente frase:

"- Ahora ya nunca jamás tras esa cuerda volverás." 

Así es como la luz volvió al Altiplano del Cielo y al mundo terrenal. En consecuencia, las ocho millones de deidades castigaron a Susanowo con la realización de una gran cantidad de ofrendas, cortándose el pelo y las uñas. Finalmente fue expulsado del Altiplano del Cielo, donde se dirigió a Torikami.(5)

[Cabe resaltar que la ausencia de luz durante un periodo de tiempo se ha interpretado como un posible intento de recoger un fenómeno tal como un eclipse. Ya que el mundo en luz pasa un breve periodo en sombras aunque finalmente con la salida de Amaterasud e la cueva vuelve la normalidad. Otra de las interpretaciones que propone Anesaki es la imposición de un gobierno que no pertenecía a la familia imperial y por tanto se entiende como un suceso negativo hasa que se reestablece el poder imperial.]

Hata la próxima entrada, saludos ^^


1 Recordamos que el ocho se interpreta como la "totalidad", por tanto se refiere a todos los dioses que existen.

2 Uno de los tres tesoros imperiales, junto a la Espada Kusanagi y el Joyel.

3 No se trata de la primera cultura que realiza este tipo de rituales adivinatorios de manera muy similar.

4 Un árbol que se encuentra en la zona de Yamato.

5 Se cree que en realidad se fue a Corea en primer lugar y después volvió, pues es conocido el gusto de este dios por el pais vecino. Uno de los mitos en torno a uno de sus descendientes dice que amarró, con una cuerda, un pequeño pedazo de Corea y lo arrastró hasta Izumo.

Bibliografía:
Rubio, C., Tani Moratalla, R., Kojiki, cronicas de hechos antiguos de Japón, Madrid, 2008, pp. 74-76.
Anesaki, M., Mitología Japonesa, Ed. Olimpo.,Barcelona, 1996,  pág. 31.

Fuente Imágenes:
Wikipedia.

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